El “feminism washing” es una estrategia de marketing muy implementada por algunas empresas que consiste en presentarse como defensoras de la igualdad, del feminismo y de la igualdad, cuando en realidad no respaldan de forma activa estas causas o incluso pueden resultarles perjudiciales.
Este tipo de estrategias suelen repetirse en distintos ámbitos, siendo conocidas como “greenwashing”, que hace referencia a esas marcas que presentan una imagen falsa de ser respetuosas con el medio ambiente sin que realmente se apliquen medidas sostenibles o “purplewashing”, haciendo referencia a aquellas empresas que se presentan como defensoras de la comunidad LGTB+.
¿En qué consiste el “feminism washing”?
El “feminism washing” intenta atraer a los simpatizantes del feminismo ante la creciente demanda de empresas que respalden la igualdad de género. Las empresas pueden usar imágenes o eslóganes que sugieren apoyo a la igualdad y al movimiento feminista, mientras que no hacen nada para promover la igualdad de género dentro de su cadena de suministro o en su empresa.
Algo que resulta especialmente problemático durante el Día Internacional de la Mujer, pues supone una magnífica oportunidad para que los consumidores y las empresas muestren su apoyo a las mujeres. Es verdad que es importante que el Día de la Mujer tenga cierto reconocimiento, pero muchas empresas realmente lo hacen para aumentar sus ventas y mejorar su imagen pública pero no porque estén comprometidas con la igualdad de género.
Por ejemplo, una empresa puede usar imágenes de mujeres con carácter y empoderadas en sus anuncios, mientras que en su política interna no garantiza la igualdad se salario y de oportunidades entre hombres y mujeres. O podría estar realizando aportaciones a asociaciones de mujeres pero sin solucionar los problemas de desigualdad de género en su cadena de suministro.
El caso es que el “feminism washing” puede resultar muy perjudicial para la lucha por la igualdad, ya que puede llevar a una banalización de lo que supone realmente el feminismo y a una falta de credibilidad en las empresas que fomentan este tipo de causas como una estrategia de marketing sin creer realmente en ellas.
Algo que se ha vuelto bastante habitual en los últimos años conforme el movimiento feminista ha ido ganando popularidad y captando más atención por parte de la sociedad. Las empresas han empezado a ser conscientes de que ser visto como “feminista” puede mejorar su reputación y atraer a un público más amplio.
No obstante, estas acciones son superficiales muchas veces y no tratan los problemas reales de género. En vez de implementar prácticas y políticas que apoyen la igualdad de género en el trabajo. El problema es que puede resultar engañoso para los consumidores o para el público en general, dando la impresión de que una marca se preocupa por la igualdad de género cuando realmente no está haciendo nada para tratar los problemas de género. Pero además, pueden trivializar el movimiento feminista y los problemas reales a los que se enfrentan las mujeres. Si el feminismo se usa como una estrategia de marketing, el movimiento puede reducirse a una tendencia pasajera o a una moda en vez de ser una lucha constante y necesaria por la igualdad entre hombres y mujeres.
